Volantes 'made in' Marruecos

Fátima no ha pisado nunca la Feria de Abril de Sevilla, pero por sus manos han pasado en los últimos meses algunos de los trajes de flamenca que la próxima semana desfilarán por el Real de Los Remedios con motivo de la celebración de esta fiesta de fama internacional. Ella es una de las trabajadoras de Marygar SRL, una empresa marroquí de capital sevillano que desde hace tres años confecciona el vestido regional andaluz en Tánger, atraída por los menores costes salariales.

Vinculados al sector de la confección desde hace años, el empresario Rafael Márquez Ruiz y su hijo decidieron cruzar el Estrecho tras conocer en un viaje de prospección promovido por la Cámara de Comercio de Sevilla las posibilidades de inversión que ofrecía la antigua ciudad internacional, con gran tradición en el sector textil.

Marygar comenzó su andadura en la primavera de 2006 en una nave alquilada de 200 metros cuadrados en la Zona Franca a la exportación de Tánger (junto al aeropuerto internacional Ibn Batouta), confeccionando para terceros trajes de flamenca y ropa infantil de verano.

Hace dos semanas ha estrenado en el mismo complejo una nueva planta de 600 metros cuadrados, ya en régimen de propiedad, que emplea a medio centenar de trabajadores y que le permitirá afrontar producciones de mayor volumen.

La compañía asegura que la calidad y el acabado de los trajes son iguales que en España.

De su planta marroquí salen anualmente unos 7.000 trajes de flamenca y otras 30.000 unidades entre prendas de vestir y complementos infantiles para sus tres clientes andaluces, que posteriormente comercializan con sus propias marcas.

Rafael Márquez esgrime razones contantes y sonantes para justificar la inversión realizada en la otra orilla del Estrecho, a poco más de media hora de Europa: los bajos costes salariales. Según sus datos, cada trabajador marroquí supone un coste mensual para su empresa de unos 250 euros, una quinta parte de lo que tendría que pagar tan sólo 15 kilómetros al Norte. «Así es imposible competir, por eso Delphi se fue de Cádiz y se instaló en Tánger», afirma sin rodeos Márquez Ruiz, presidente de Marygar SRL y accionista al 50%.

No es el único atractivo que le ha llevado a reforzar la inversión en el país norteafricano. La nueva planta le ha supuesto un desembolso (entre compra de terrenos, construcción y equipamiento de maquinaria) de unos 300.000 euros, la «mitad» de lo que calcula que le habría costado en España.

A ello se suman las ventajas fiscales que brinda la zona franca, que exime del pago del IVA y del Impuesto de Sociedades durante los primeros cinco ejercicios.

Marygar opera en exportación temporal, un atractivo régimen aduanero por el que sólo tributa por el 16% de IVA de la mano de obra. Envía a su planta de Tánger los tejidos y un traje de muestra que previamente les ha facilitado el cliente para sacar el patrón y, una vez confeccionados, se sirven a aquél.

Rafael Márquez se apresura a rechazar que el nivel de la producción marroquí sea inferior a la nacional. «La calidad está al mismo nivel que en España. Todo depende del nivel de exigencia que se pida», observa el empresario. Costureras andaluzas se desplazaron a Tánger al inicio para formar a la plantilla en el terminado de las prendas.

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